Dios no se ha olvidado

Cactus  que me cuenta una historia
Hace unos tres años empecé a admirar la belleza de los cactus y por ende a coleccionarlos. Es muy fácil cuidarlos, solo agua cada quince días y ya. No tengo muchos hoy día pero la mayoría de los que tengo sufrieron un tragedia. Una vez por alguna razón que desconozco se cayeron del borde de la ventana donde estaban tomando el sol y cuando los descubrí en el suelo toda la tierra se había salido de las macetas. Traté de trasplantar pero hubo uno en particular que no logré nada más que rescatar al hijito que en el acto suicida se había separado de su madre. Una vez trasplantado, he esperado como un año para que crezca. y por momentos llegué a verlo y pensar: nunca va a pasar de ahí, de fijo no lo logrará. Debo confesar que hasta consideré botarlo. Esta mañana cuando me desperté me detuve de lejos a mirar la maceta aun desde mi cama y pude ver una cabecita que sobresalía como asomándose a saludar el mundo. 
Mi cactus accidentado no solo sobrevivió sino que finalmente creció como para hacérmelo notar y reclamarme la poca fe que le tuve. Lo más hermoso de esta historia es que si Dios en su grandeza y poderío se acordó de mirar a este pequeño que permanece quieto en mi habitación y le dio crecimiento, cuanto más se acuerda de mi y de usted, de nosotros...la humanidad que anda en movimiento. Aun sin que lo notemos, cosas están pasando. Estamos creciendo sin darnos cuenta pero no lo notamos por enfocarnos en ver lo negativo y lo que falta y hasta llegamos a menospreciar nuestro tamaño. Dios no se ha olvidado de nosotros.  El no se rinde. Porque en El vivimos, nos movemos y existimos.

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