Escudriñando las motivaciones
Encontrarse de pronto en un estado de sensibilidad por hacer el bien a los demás y pensar en las motivaciones más profundas que mueven al ser humano a accionar y tenderle la mano al prójimo ¿por qué lo hacemos? ¿qué enciende la llama? ...si es que se enciende.
Lo hacemos por lástima, porque pensamos si alguno de los nuestros estuviera en ese lugar, por cumplir un deber social, porque nace del corazón, porque sentimos mucho amor, porque quiero que otros me vean y feliciten y ganarme así la aceptación, por hacer tesoros en el cielo o porque me pidieron que lo hiciera y no me quedó de otra.
Excavar en nuestro corazón para escudriñar nuestras motivaciones en un ejercicio mandatorio. Corregir las motivaciones equivocadas lo es aun más. ¿Cuales son las correctas? Aquellas que accionan mi fe porque la fe sin obras es muerta, aquellas que hacemos no para que los demás miren y se asombren de nuestra buena voluntad, aquellas que alegran el corazón de Dios porque se hacen con amor, con el mismo amor con que nos amamos a nosotros mismos y finalmente aquellas en las que tengo el poder de dejar mi egoísmo de lado.
¿De qué sirven las obras con los propósitos incorrectos? He llegado a pensar que mejor sería no hacerlas. A los hombres se les puede engañar, a Dios nunca.
Proverbios 21:2 dice: Todo camino del hombre es recto ante sus ojos, pero el SEÑOR sondea los corazones.
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