Siento un vacío

Nací en un hogar Cristiano, desde niña fui enseñada sobre la Biblia, sobre Jesús, a orar, etc. Con todo y eso, recuerdo momentos de mi adolescencia y primeros años de juventud donde vivía con un vacío insaciable.
Esa necesidad me llevó a buscar el faltante en lugares incorrectos, chatarreras, sucursales del infierno, o cualquier otro lugar que por fuera era atractivo pero por dentro era oscuro y amargo y al final siempre terminé sintiéndome peor.
Entendí en algún punto que no se trata solo de saber, se trata de ser. Puedo saber toda la Biblia y toda la doctrina pero si yo no vivo una relación personal con Dios y no permito que Sus palabras se activen en mi, entonces mi vida no es transformada.
Por la misericordia de Dios puedo valorarme y comprender cual es mi identidad. Yo no soy lo que este mundo dice que yo soy, yo soy lo que Dios dice que yo soy y eso hace toda la diferencia.
Entonces, no es que ya no hay vacío, lo sigue habiendo pero ahora ha sido saciado de la forma perfecta y ya no hay que ir a buscar a los lugares incorrectos que dejaron heridas en mi.
Solo hay que ir al hogar, a los brazos de Papá que lo llena todo. Pienso que fuimos creados así, con esa necesidad para recordarnos siempre que dependemos de Dios y que buscándole estamos completos.
Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo. Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. (Colosenses 2:8-10 NVI)

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