Mujer imperfecta: pensamientos en medio de un embotellamiento
No soy una mujer perfecta, pero doy lo mejor de mi. Mi
deseo es que mi corazón sea suavizado con el amor de Dios y que en Él se forme
el carácter de Cristo cada día.
Me caigo a cada rato pero con la ayuda de Dios me vuelvo
a poner en pie y sigo caminando. No me
rindo ante mis defectos, busco eliminarlos, minimizarlos u opacarlos con mis
virtudes.
La impaciencia me ha dado malas pasadas y la intensidad
no se ha quedado atrás pero vuelvo y recuerdo lo mucho que deseo que el fruto
de Espíritu brote en mi... paciencia, dominio propio y todo lo demás.
Por encima de todo me esfuerzo por amar y por estar en
paz con todos. Creo que es el deseo más puro que destila en mi corazón... En el
cual he decidido cerrar la puerta al enojo la contienda y la división.
Deseo que las palabras de mi boca sean dulces y suaves a
todo aquel que las escuche. No siempre logro todo, pues como dije al inicio,
soy imperfecta pero me sé amada por un Dios perfecto quien está cercano a mi
para llevarme de la mano, para seguir construyendo en mi corazon las cosas
buenas, para completar su obra en mi.
Diamante en bruto, perla en formación, oro al fuego,
gusano en capullo, el nombre que sea.. soy yo y ¡aquí vamos!
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